Warhammer 40.000 Warhammer 40.000 Dawn of War 3 PC
Quien me conoce sabe perfectamente que yo siempre he sido más de Fantasy. Pero a la hora de la verdad, nunca sé decirle que no a un videojuego de Warhammer, aunque sea de 40K. Y por eso estoy hoy aquí, para escribir una pequeña introducción, un avance sutil y rápido, de Dawn of War III: Warhammer 40.000, lo último de Relic Entertainment.
Dawn of War es ya una saga más que venerada en el mundo de los videojuegos de estrategia. Relic consigue con esta tercera entrega mantener la esencia de los dos primeros títulos, y a la vez sorprendernos con un espectacular juego de Warhammer 40K. Hay muchos elementos del universo de The Games Workshop que han encajado a la perfección en el género y hasta el más simple tutorial es muy disfrutable.
Tenemos un total de tres tutoriales a completar antes de enterarnos adecuadamente de cómo van las cosas. Eso sí, son tutoriales en los que nos tomamos nuestro tiempo y con diferentes niveles. Podemos seleccionar si ya tenemos camino recorrido en Dawn of War o si por el contrario es nuestro primer contacto, incluso, con el género. Yo, como buena profesional que soy (cuando quiero), me los he hecho todos toditos para deciros la verdad: en otros juegos se echan en falta tutoriales tan completos como estos.
Hasta el más torpe de los jugadores sería capaz de convertirse en todo un experto si sigue los tutoriales de este título. Te ayudan a conocer todas y cada unas de las mecánicas a seguir. Lo malo es que al principio te toca hacerlo con los Marines Espaciales y quizás eso no te parezca tan atractivo (como me pasa a mí).
Una vez has estudiado bien en qué consiste el juego, es hora de lanzarse a las fauces de la realidad. ¡Y menuda realidad! Cuando te vienes a dar cuenta, hay un montón de edificios y unidades que tienes que reconocer si quieres alcanzar la victoria. Eso es fácil para cualquiera que ya está acostumbrado, pero a los novatillos les va a costar mucho más. ¿Eso hace que se vuelva difícil, demasiado complicado y hasta aburridos para aquellos que no se enteran de nada? Hombre, lo suyo es que te enteres, pero en este juego aprender se vuelve muy entretenido.
Puede que Dawn of War 3 sea el más asombroso de la saga en lo que a enfrentamientos se refiere. Ahora podemos tener más población, lo que se traduce en un ejército más amplio. Y eso, a su vez, significa que sin darnos cuenta acabamos llenando la pantalla de unidades. Esto también significa que tenemos una mayor variedad de funciones. Y es que cada unidad tiene sus puntos fuertes, y hasta habilidades, lo que nos ayudará a saber cuál es la adecuada en cada momento.
Al tener más unidades, las batallas se hacen también más espectaculares. Así, hasta el más mínimo roce con el enemigo puede verse como un gran enfrentamiento que nunca se olvidará. Todo parece mucho más épico, como si estuviésemos todo el tiempo en la parte final de la partida, a puntito de llevarnos una victoria definitiva. Algo así como cuando en Age of Mithology, con la expansión, ya tenías el Titán desatado por el mundo y hasta aplastar una casa era lo más épico de la partida.
Lo de las habilidades especiales no es tan poco moco de pavo (cómo me gusta esa expresión y qué poco la uso). Tenemos exploradores, francotiradores y… gente que salta de un lado a otro. Además, podemos seguir personalizando a nuestras unidades y especializarlas según la ocasión. Vamos, que tenéis que prestar atención a cómo se está desarrollando la partida y a qué os enfrentais antes de darle un lanzallamas a nadie.
Si hay algo malo que decir en este primer conjunto de pinceladas sobre Dawn of War III es que ha perdido en el apartado gráfico, aunque podríamos decir que ha sacrificado el ser guapo para volverse más… simpático. Es decir, ahora contamos con muchas más unidades en pantalla, todo se ha vuelto más espectacular, y eso debería ser algo bueno.
Sin embargo, y esto es algo que los que ya hayan jugado a un Dawn of War notarán mejor, se nos ha alejado más del escenario, lo vemos todo más pequeñito y, lo que sí que queda feo, con menos detalle. Si lo comparamos con la segunda entrega, es como si volviéramos atrás en el tiempo, como si éste fuese en realidad un juego anterior.
Debo aclarar que, aunque éste me parece un aspecto negativo del juego, no es que los gráficos sean algo imprescindible. El sacrificio de Relic ha merecido la pena, ya que tenemos un gran juego de estrategia por aquí. Y cuando todo lo demás funciona, a nadie debería importarle “el físico”, ¿verdad?
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